La tradición y la usura: el perenne conflicto

KERRY BOLTONpor KerryBolton – «La más aborrecida de todas las formas de obtener dinero y con justa razón, es la usura, porque en ella, la ganancia procede del dinero mismo y no de los objetos naturales. El dinero estaba destinado al uso de intercambio, y no para incrementarse por medio del interés.

El termino interés que significa la creación de dinero a partir del dinero se le aplica también a su multiplicación. De todos los modos posibles de obtener riquezas este es el mas contrario a la naturaleza» [1], Aristóteles (384-322 aC).

La usura a través de las épocas

La definición de usura de Aristóteles es tal vez la más convincente que jamás se ha hecho. La usura, como se definió originalmente, es cualquier dinero hecho de un préstamo. Originalmente no significaba un excesivo interés en un préstamo, sino ningún interés. Los cambios sutiles en la definición ayudaron a corromper y subvertir el espíritu tradicional de la usura y, finalmente, hacer a la usura victoriosa. La oposición cristiana, y particularmente católica, a la usura fue fundada sobre la afirmación de Lucas acerca de dar sin esperar nada a cambio, y en los preceptos del Antiguo Testamento contra el cobro de intereses. La Iglesia ortodoxa no fue menos inequívoca. San Basilio escribió del usurero:

«Si él te hubiera podido enriquecer ¿para qué hubiera llegado a tus puertas? Llegó a ellas buscando socorro, mas encontró con su enemigo. Tu cargo era aliviar y socorrer su miseria, pero tu haces mayor su pobreza, intentando apurar las facultades de un hombre infeliz: como aquel médico que en vez de dar la salud al enfermo con sus visitas, le quitara por el contrario las pocas fuerzas que encuentra en él. A este modo tu haces feria, y te utilizas de las calamidades de los miserables […] ¿Ignoras que es mayor el aumento de pecados, que es el que esperas coger con la usura del dinero prestado?«.

«… Lo que recibes del pobre, excede todos los modos de inhumanidad. Sacas utilidad y ganancias de las calamidades, de lágrimas coges plata. Ahogas y sofocas al desnudo, y azotas al hambriento: nunca ejercitas la misericordia, ni siquiera viene a la imaginación el parentesco que se tiene con el vejado…» [2].

La Iglesia ortodoxa, sin embargo, como la católica, se volvió ambigua con el paso de los siglos y esto permitió la subversión de las doctrinas tradicionales. Surgieron cuestiones relativas a la naturaleza de la usura como pecado, y otros equívocos que propiciaron la deriva [3].

La oposición a la usura ha sido una característica perenne de las culturas tradicionales a través del tiempo y del espacio, con la intuición de que hay algo no natural, parasitario y rotundamente pecaminoso en ello. Cuando una civilización acepta la usura como práctica comercial normal, como hace la civilización occidental, es un síntoma de un ciclo de decadencia avanzado, como explicaron tanto Brooks Adams como Oswald Spengler.

La sabiduría tradicional ha proporcionado advertencias y prohibiciones desde tiempos inmemoriales. Las escrituras védicas de la antigua India (2.000-1.400 a.C.) llaman al «usurero» kusidin, un prestamista que cobra interés. Un Brahmana (sacerdote) y un kshatriya (guerrero) tienen prohibido la práctica de la usura. Vasishtha, La Sagrada Ley de la Aryas, afirma: «Dios pesó en la balanza el crimen de matar a un Brahmana culto contra el crimen de cobrar intereses; el asesino del Brahmana permaneció en la parte superior, el cobrador de interés se hundió hacia abajo» [4]. Sin embargo, al igual que en las civilizaciones occidentales y clásicas, la definición de la usura fue comprometida con el tiempo. Por la segunda centuria d.C. las Leyes de Manu definen la usura como más allá de una tasa de interés «legal», después de lo cual el interés no se puede recuperar. El hecho de que hubiera ahora un tipo de interés legal absoluto, en lugar de establecer una prohibición general, indica un compromiso del tipo que surgió en la cristiandad occidental y en la Grecia y Roma clásicas. Además, igual que con la exención de los judíos de las leyes sobre la usura bajo la cristiandad medieval, se permitía a la casta de los comerciantes hindúes el comercio de la usura. «Para invertir dinero en intereses, para ser un joyero, para atender el ganado, el cultivo y el comercio, – estas son declaradas como ocupaciones de la casta Vaisya» [5].

Siddharta Gautama Buda regresó a una postura inequívoca: «Uno discierne el sustento incorrecto como el sustento incorrecto, y el sustento correcto como el sustento correcto. ¿Y cuál es el sustento incorrecto? la intriga, la persuasión, la insinuación, el menospreciar, y cobrar intereses. esto es el sustento incorrecto» [6].

Plutarco (46-127 d.C.), en su ensayo Sobre la inconveniencia de contraer deudas, describió a los usureros como «horribles», «como buitres» y «bárbaros». Catón el Viejo (234-149 a.C) comparó la usura al asesinato. Cicerón (106-43 a.C) afirmó que «estos beneficios son despreciables, los que incurren en el odio de los hombres, tales como los de… los prestamistas de dinero en usura«.

El analista financiero contemporánero Sidney Homer, que trabajaba para Salomon Bros., y el profesor Richard Sylla, en su estudio histórico de las tasas de interés, afirman que la primera ley conocida sobre el tema fue la de Hammurabi, del 1800 a.C., durante la primera dinastía de Babilonia, que establece la tasa máxima de interés al 33⅓% anual «para los préstamos de grano, reembolsables en especie, y en el 20% anual para préstamos de plata en peso«. Documentos sumerios, alrededor del año 3000 antes de Cristo, «muestran el uso sistemático de crédito basado en préstamos de grano en volumen y préstamos de metales, en peso. A menudo, estos préstamos llevaban intereses«. «Ya en el 5000 a.C. en el Medio Oriente, dátiles, aceitunas, higos, nueces o semillas de cereal fueron probablemente prestados a los siervos, los agricultores pobres, o los dependientes, y se esperaba que una porción incrementada de la cosecha fuera devuelta en especie«. «Las primeras tasas históricas eran se registraron en el rango de un 20-50% anual para préstamos de grano y de metal» [7]. De ahí que la usura sea tan antigua como la codicia, y también lo son los esfuerzos para resistirla por parte de aquellos que buscan mantener una conexión con la Divinidad.

En el año 600 a.C. en Grecia, Solon estableció leyes sobre el interés cuando la deuda excesiva causó una crisis económica. Del mismo modo, en Roma, las Doce Tablas del 450 a.C., que establecían las bases del derecho romano, después de que la deuda omnipresente estuviera causando esclavitud y crisis, fijaron un tipo de interés máximo del 8⅓% anual. Cuando Bruto intentó cargar a la Ciudad de Salmais un 48% para un préstamo, Cicerón le recordó que el máximo legal era del 12%. El tipo de interés a menudo era del 4%. Algunos griegos «usureros» cargaban un 25% anual, y hasta un 25% por día [8].

Los judíos del Antiguo Testamento tenían prohibida la usura entre sí: «No exigirás de tu hermano; usura de dinero; usura de comestibles; usura de cualquier cosa que se preste bajo usura» [9]. De forma decisiva para la historia, a los judíos se les dio un código moral dual que les permite, entre otras muchas cosas, cargar usura a los no-judíos, y esto ha dado lugar a miles de años de tragedia para judíos y gentiles por igual: «A un extraño puedes prestar a usura; pero a tu hermano no exigirás prestado a usura, para que el Señor tu Dios te bendiga en todo cuanto pusieres mano en la tierra, a la cual entras para tomar posesión de ella» [10].

Esas prohibiciones, así como el carácter ético y moral general del Nuevo Testamento, y la herencia clásica incluyendo la aristotélica, heredada por la Iglesia Católica, establecieron la base para la Doctrina social de la Iglesia, en la que la oposición a la usura era un elemento clave. En el año 325 d.C., el Concilio de Nicea prohibió la usura entre los clérigos. Bajo el emperador Carlomagno (768-814 d.C.), la prohibición se extendió a los legos. Aquí la usura puramente significaba la obtención de más de lo que fue prestado. Esto está de acuerdo con lo que Lucas (6: 35) declaró al decir que no se debe esperar más de lo que uno da. En 1.139, el Concilio de Letrán, en Roma, declaró que la usura es un robo, y que los usureros tendrían que dar restitución. En los siglos XII y XIII, también fueron condenadas las estrategias que ocultaban la usura. En 1.311 el Concilio de Vienne declaró que cualquiera que afirmara que la usura no era un pecado era un hereje y debía ser excomulgado (Decretos: 29).

Dante (1265-1321) colocó usureros en el séptimo peldaño del Infierno, donde el usurero iba a pasar la eternidad con una pesada bolsa de dinero alrededor de su cuello. Dante escribió: «De cada cuello colgaba un enorme bolso, cada uno marcado con su propia bestia y sus propios colores como un escudo de armas. Sobre estos sus ojos llenos de lágrimas aparecieron a la fiesta» [11].

Pero la Iglesia en general permitió a los judíos practicar la usura, y las personas de alta y baja cuna se endeudaban con los usureros judíos, hasta que la tensión se hacía intolerable y ocurría un pogromo. Por otra parte, cuando las leyes contra la usura aflojaron, el pretexto fue una adaptación de Deut. 23:20, permitiendo que los prestamistas cristianos cobraran usura en los préstamos a los no cristianos, tales como los musulmanes, que por su parte tenían prohibida asimismo la usura, que el Corán llama el pecado de la riba [12]. La escapatoria para el prestamista musulmán ha sido la de ser capaz de cobrar una «cuota» por un préstamo, en lugar de interés. La actitud de la Iglesia desde los tiempos medievales se hizo inconsistente, mientras en algunos lugares la usura quedó prohibida, en otros lugares se permitió lo que en su lugar fue llamado «interés», justificándolo por la recuperación de las «pérdidas» del prestamista, tales como el retraso en el pago. De ahí que los lombardos, como los judíos, también se identificaron con el préstamo de dinero, no cobrando «usura», sino un «interés» tan alto como el 100%. Génova se convirtió en un centro de la banca de negocios donde se ejercía la usura y la Iglesia se sentía impotente para actuar.

En la Inglaterra medieval los préstamos personales podían oscilar entre el 52-120% al año, dependiendo de la garantía. Federico el Hermoso de Austria pedía prestado al 80%, mientras que los comerciantes en Italia podían pedir prestado un 5-10%. La Corona de España pagaba al 40% para los préstamos a corto plazo, mientras que los comerciantes holandeses podían pedir prestado a un 1¼% [13].

La usura triunfante

La Reforma marcó el comienzo de una revuelta contra el orden moral tradicional de Europa, y la actitud protestante hacia la usura era más equívoca, Zuinglio, Lutero y Calvino declaran que existen circunstancias en las que la usura es aceptable. Con la división de la Iglesia y el Estado, los teóricos de la economía comenzaron a escribir en defensa de la usura como una forma «progresista» del comercio, sentando las bases de la amoral perspectiva mercantil que ahora se apodera de la mayor parte del mundo. El préstamo de dinero fue defendido como un «servicio», un concepto que ahora se da por sentado por casi todo el mundo, como sostiene el jurista francés Molinaeus en su Tratado sobre los contratos y la usura, del s.XVI. La Iglesia prohibió el libro de Molinaeus y lo obligó a exiliarse, pero sus ideas se extendieron. Es significativo que Inglaterra fuera la primera en establecer un tipo de interés legal, en el 10%, en 1545, bajo Enrique VIII, considerando la rebelión en la Fe que introdujo. La usura fue prohibida siete años más tarde. De acuerdo con Homer y Sylla: «Durante la Reforma muchos líderes protestantes defendieron el interés y el crédito. Como resultado, la doctrina de la usura, que había mantenido un firme control sobre los judíos y los cristianos durante 2000 años, se debilitó y finalmente se abandonó» [14].

Un siglo más tarde, el foco en el pensamiento económico se desplazó a Holanda, donde la usura fue defendida como productiva y esencial por los teóricos de la economía, tales como Claudio Salmasius (1588-1653). Holanda se convirtió en el centro de la banca, y el modelo para el Banco de Inglaterra, fundado como una institución privada de préstamos al Estado en 1694 [15]. Los filósofos utilitaristas ingleses tales como Adam Smith y Jeremy Bentham, que escribió Una defensa de la usura, justificaron la utilidad social de la usura. Otros padres de la economía inglesa, David Ricardo, Jean Baptiste Say, y John Stuart Mill, fueron más lejos al decir que no debe haber restricciones a las partes contratantes en el préstamo de dinero.

La revolución puritana de Cromwell completó la obra de Enrique VIII y la usura fue legitimada [16].

La Revolución Francesa de 1789 abrió el camino para nuevos avances de la usura sobre las ruinas de los vestigios de lo que quedaba del orden social tradicional en Europa. Como Oswald Spengler señaló en La decadencia de Occidente, La hora decisiva, y Prusianismo y Socialismo, yendo tan lejos como a la Roma clásica, las «revoluciones» en el nombre del «pueblo», en general, han sido manipuladas por la plutocracia en contra del orden social tradicional que ha resistido contra el reino de Mammon. Las «revoluciones de color» de hoy, en nombre de la «democracia», financiadas por George Soros y otros plutócratas, instalan la plutocracia en estados que muestran signos de resistencia. La Revolución Francesa, presagio tanto de la lucha de clases del socialismo como del libre comercio del liberalismo, fue precursora en el nombre de la «Libertad, Igualdad, Fraternidad». Uno de los primeros actos de los revolucionarios fue la legalización de la usura, que hasta entonces había estado prohibida, hasta el Decreto del 2 y 3 de octubre de 1789 [17].

La guerra napoleónica sumió a Europa en una deuda colosal con su consiguiente devastación social, moral y política posterior. Se estableció el patrón para la «era moderna». Una era de agitación revolucionaria en toda Europa, que llegó a las lejanas colonias, y que terminó con la derrota de Napoleón en 1815, las varias décadas de  agitación vieron a los Rothschild y a otros prestamistas como los verdaderos amos de Europa, mientras Metternich de Austria trató de restablecer un orden social para Europa basado en el Trono y el Altar. El historiador Adam Zamoyski escribe:

«Todos los gobiernos en Europa gravaron lo que fuera posible para pagar los préstamos de los tiempos de guerra. Gran Bretaña había gastado más en términos reales que lo que lo haría en la Primera Guerra Mundial, y su deuda nacional era astronómica. Rusia la había multiplicado por veinte veces entre 1801 y 1809, y sería más del doble de nuevo en 1822. Austria estuvo técnicamente en quiebra: en las siguientes tres décadas un promedio del 30 por ciento de los ingresos del Estado sería desviado para al servicio de esta deuda» [18].

Zamoyski afirma que los cinco hermanos Rothschild, (que habían sido colocados estratégicamente en las capitales de Europa por su padre, Mayer Amschel Rothschild), «y en especial James en París y Salomon en Viena, habían prestado a la mayor parte de los gobiernos de Europa, y en particular a los de Austria y Francia, grandes sumas de dinero a cambio de bonos del gobierno… Metternich tenía estrechos vínculos con los Rothschild, quienes le habían resuelto muchas dificultades en el pasado y que ahora ahora había pedido que la deuda de 400,000 francos de su suegra fuera amortizada» [19].

En cuanto a la Iglesia Católica, «Los estados papales estaban en quiebra en 1832, y Metternich salva al Papa persuadiendo a la casa bancaria de los Rothschild de Viena para que le proporcionara un préstamo» [20].

Misión de Rusia

En una época donde el dominio de Mammon ha culminado y el dinero realmente es, literalmente, la raíz de «muchos males» y la vía de perdición de naciones enteras [21], Rusia es vista cada vez más en todo el mundo como el Katehon que resiste a un sistema que es, en términos bíblicos, el Anticristo. Sin duda, es de importancia trascendental que en 2015 la Iglesia ortodoxa pidiera un «sistema financiero ortodoxo» en Rusia basado en la tradición y, como el Islam, el repudio de la usura [22]. Ninguna otra cuestión es más importante y más urgente. Es de esperar un toque de rebato que verá a Rusia marcar el camino como el único medio de liberar a la humanidad lejos de la adoración universal del becerro de oro.

[1] Aristóteles, Politics, Libro I: 10: 5).

[2] Homily 12 on the Psalms, San Basilio el Grande.

[3] “Excursus on usury,” http://orthodoxchurchfathers.com/fathers/npnf214/npnf2121.htm

[4] Part II, Ch. 2: 40-42.

[5] Parasara smrti 1.63.

[6] Siddharta Gautama Budha, Sermon on the Eightfold Path, Majjhima Nikaya Suttra, 117:5.

[7] Sidney Homer and Richard Sylla, A History of Interest Rates, Wiley, 2005, inter alia.

[8] Ibid.

[9] Deut. 23:19.

[10] Deut. 23:20.

[11] Dante, Inferno, Canto XVII.

[12] Al-Baqarah, 2:275.

[13] Homer and Sylla, op. cit.

[14] Ibid., p. 77.

[15] K R Bolton, The Banking Swindle, Black House Publishing, London, 2013, p. 16.

[16] Brooks Adams, The Law of Civilisation & Decay (1896), p. 233, online : http://archive.org/details/lawcivilization00adamgoog).

[17] “Usury”, Catholic Encyclopaedia, 1917, http://www.newadvent.org/cathen/15235c.htm

[18] A. Zamoyski, Phantom Terror, Harper Collins, London 2014, p. 97.

[19] Ibid., pp. 384-385.

[20] Ibid., pp. 473.

[21] I Tim. 6: 10.

[22] Anastasia Bazenkova, “Orthodox Church Calls for Alternative Financial System in Russia,” The Moscow Times, August 11 2015, http://www.themoscowtimes.com/business/article/orthodox-church-calls-for-alternative-financial-system-in-russia/527781.html

Fuente: Katehon.

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