El Hezbollah defiende a los pueblos del Mashreq

SAYYED HASAN NASRALLAH

por Ghaleb Kandil – En su discurso por el «Día del Combatiente de la Resistencia herido», el secretario general del Hezbollah, Hassan Nasrallah, definió el marco estratégico de la confrontación que se está desarrollando en el Mashreq árabe –específicamente en Irak, Siria y Líbano– contra la alianza encabezada por Estados Unidos, a la que pertenecen Israel, diferentes movimientos takfiristas, la Unión Europea, Turquía Arabia Saudita, Qatar y Jordania.

La principal herramienta de esa agresión son las bandas takfiristas que tratan de destruir el tejido nacional en Irak, Siria y Líbano. Es evidente que, con su bagaje ideológico, esos grupos multinacionales proyectan el exterminio de los cristianos o su expulsión de la región, según el proyecto occidental que el ex presidente francés Nicolas Sarkozy había mencionado en su encuentro con el patriarca Bechara Rai.

Las declaraciones occidentales sobre la existencia en Siria de grupos que no son takfiristas son una superchería. El llamado Ejército Sirio Libre (ESL) no es más que una fachada para un centenar de grupos que cuentan en sus filas oficiales desertores convertidos en extremistas y fanáticos terroristas. La batalla de Qoussair y otros enfrentamientos han demostrado que el comportamiento de esos grupos en nada difiere de la conducta del Frente al-Nusra, que se ha beneficiado en los dos últimos años con gran parte de las armas y el dinero entregados a los rebeldes, al igual que los grupos vinculados a la Hermandad Musulmana.

El reclutamiento destinado a reforzar las filas de esos extremistas se hizo entre los takfiristas del mundo entero y a través de empresas de mercenarios, nacidas de la tristemente célebre Blackwater. Francotiradores profesionales, expertos en masacres, asesinos sin dios ni ley que, ya prestaron servicio en Irak y en otras partes, fueron enviados a Siria. Sin olvidar a los delincuentes comunes, liberados de las prisiones de los países del Golfo bajo la condición de que tenían que enrolarse en la «Yihad» de Siria.

Las asociaciones takfiristas y salafistas extremistas, financiadas por Qatar y Arabia Saudita, están bien implantadas entre los inmigrantes árabes y asiáticos en numerosos países europeos. Los servicios de inteligencia europeos conocen perfectamente sus sedes y oficinas permanentes, pero los dejan actuar. Han reclutado así miles de yihadistas. Y cientos de estos han muerto en Siria pero han sido enterrados discretamente en Europa occidental.

Los grupos takfiristas presentes en los países del Mashreq arremeten, de forma prioritaria, contra la mayoría sunnita de Siria: cometen masacres, asesinan personalidades religiosas –como el gran ulema [sirio] Mohammad Said al-Bouti–, políticas, culturales y científicas, para provocar así la discordia religiosa.

El pueblo, el Estado y el ejército sirios han llevado, solos, la carga que representa la lucha contra ese mal. Hassan Nasrallah ha revelado los detalles del diabólico plan que apunta también contra la Resistencia y la sociedad libanesa, así como contra el tejido social en Irak y Jordania. El objetivo estratégico es destruir la identidad árabe de los pueblos de la región, único elemento capaz de reflejar la diversidad del Mashreq. Israel es el principal beneficiado con esa estrategia.

Al decidir participar en Siria en la lucha contra ese proyecto, el Hezbollah protege a los pueblos de la región, protege sus religiones, su diversidad, la unidad del tejido social y la voluntad de resistencia frente al proyecto hegemónico de Israel [, voluntad] que constituye el centro de la lucha de ese partido.

El Hezbollah se mantiene fiel a su tradición como vanguardia combatiente contra el proyecto israelo-estadounidounidense, que hoy utiliza como herramienta a los grupos takfiristas.

El fracaso anticipado del plan estadounidense

En París se han desarrollado últimamente varios conciliábulos entre Francia, Estados Unidos, Gran Bretaña y Arabia Saudita dedicados a evaluar la situación en Siria a raíz de la batalla de Qoussair. Las informaciones provenientes de la capital francesa indican que el equipo estadounidense de trabajo encargado de estudiar las opciones políticas y militares ha llegado a una conclusión basada en dos durísimas realidades:

  • En primer lugar, la impotencia, el fracaso y la división que reinan entre los rebeldes;
  • y después, el odio que siente el pueblo sirio contra los grupos armados en las regiones bajo control de estos últimos, lo cual significa que los extremistas y mercenarios reclutados y enviados a Siria ya no disponen de una base popular significativa.

Esa realidad explica en gran parte por qué se ha producido el cambio en el equilibrio de fuerzas, que ahora favorece al Estado y el ejército. Es evidente que una mayoría de la población de las zonas rurales sirias ahora rechaza a los grupos extremistas internacionales que cometen los peores abusos y atrocidades. La decisión de los occidentales de enviar armas a esos grupos, a los que el pueblo sirio odia, no contribuirá en ninguna forma a proporcionarles un respaldo popular, sin el cual las posibilidades de que obtengan alguna victoria son prácticamente nulas.

La evaluación de la situación que proponen los estadounidenses deja entrever los contornos del plan de «reequilibrio de fuerzas» que el ministro francés de Relaciones Exteriores Laurent Fabius mencionaba para permitir la realización de la conferencia Ginebra 2. El objetivo de ese plan es tratar de recuperar el terreno que los extremistas han perdido ante el ejército sirio en la provincia de Daraa, donde –además de las ofensivas victoriosas– el Estado ha logrado convencer, a través de la negociación, a un gran número de rebeldes de que depongan las armas y retomen una vida normal.

Después de la impotencia en la que ha caído Turquía debido a la Intifada de Taksim y también después de la derrota infligida a los extremistas en Quossair con la entrada en acción del Hezbollah, los occidentales han decidido por lo tanto reactivar el frente de Daraa. Y han enviado más armas y municiones a los grupos rebeldes que aún quedan en esa provincia siria.

Esa iniciativa está condenada al fracaso debido al cambio de opinión de la población. Los que al principio simpatizaron con los rebeldes han descubierto, horrorizados, la sanguinaria realidad del proyecto que defienden. Y nada podrá revertir el rumbo de la historia.

Declaraciones y expresión de posiciones

Hassan Nasrallah, secretario general del Hezbollah

«Somos libaneses desde hace cientos, incluso miles de años. Aquí nacimos, aquí hemos vivido y moriremos y seremos enterrados en este país. Logramos aplastar al ejército más fuerte de la región. ¿Quiénes son estos individuos ridículos que ahora dicen que quieren erradicarnos de este país? Nosotros llamamos a la mayor serenidad. Ciertas partes utilizan cada hecho o incidente para exacerbar las tensiones. La situación es delicada. Ciertas partes, con el respaldo de los medios de prensa, dicen que los cohetes vienen de [la ciudad sunnita de] Ersal hacia las regiones [chiitas] de Baalbeck y Hermel. Eso no es cierto. Son los grupos armados sirios los que están disparando esos cohetes desde el territorio sirio. Hay quienes explotan las divergencias políticas para exacerbar las tensiones confesionales. Existe un clima de intimidación en Líbano e incluso en la región. Estados Unidos, Europa, algunos países del Golfo y medios ampliamente financiados dirigen un peligroso proyecto contra la región. Las fatwas de muerte, asesinato y de decapitación aparecen en los titulares de la escena libanesa y regional. Cada vez que un ulema o político dice algo que no le gusta a cierta gente, tratan de liquidarlo, como en el caso del jeque Maher Hammoud y de otros más. El Hezbollah está sufriendo desde 2005 una campaña de insultos de forma cotidiana. Hace 8 años que viene soportando esos ataques. Son ellos los que no soportan el punto de vista ajeno. La apostasía, las amenazas de muerte, las campañas mediáticas nunca lograrán obligarnos a cambiar de posición. Por el contrario, nos reafirman en nuestras convicciones. Durante la guerra de julio de 2006, todo el mundo estaba del lado de Israel mientras los edificios se derrumbaban sobre nosotros. Pero proseguimos el combate hasta la victoria. Desde el inicio del conflicto en Siria, comprendimos lo que había detrás de eso. Comprendimos los objetivos de ese proyecto, sus peligros y las repercusiones [que puede tener] para Siria, pero también para Palestina, el Líbano, para toda la región, para los sunnitas, los chiitas, los drusos, los cristianos (…) A través de nuestra participación defendemos Siria y su pueblo, [defendemos] el Líbano y su pueblo. Estamos en contra de la destrucción de Siria. Decenas de miles de hombres armados vinieron para derrocar el régimen. En Siria se desarrolla una guerra universal. Nosotros hemos sido los últimos en intervenir. La Corriente del Futuro, varios partidos libaneses y otras fuerzas lo hicieron mucho antes que nosotros. Si el Hezbollah hubiese intervenido en ayuda de la oposición, lo habrían considerado un partido bendito y todo el mundo lo habría aplaudido. Hemos comprobado que ante esa guerra universal, tenemos el deber de ayudar al régimen con nuestras limitadas capacidades, para impedir no sólo la caída de Siria si no de toda y frustrar así el proyecto takfirista (…) Los países del Golfo dicen que han puesto al Hezbollah en la lista de terroristas. Me sorprende que los países del Golfo tengan una lista de organizaciones terroristas. Sé que la tienen Occidente y Estados Unidos. Nosotros tenemos el honor de figurar en la lista de Estados Unidos. En cuanto a las amenazas del Golfo contra los libaneses, sepan ustedes que no hay allí miembros del Hezbollah. ¿Creen ustedes que esos países concederían visas a los miembros del Hezbollah? Nunca lo han hecho. Hacer fracasar ese proyecto es mucho más importante que cualquier otro sacrificio que podamos aceptar. No crean ustedes que la política que consiste en amenazar a los libaneses nos hará cambiar de posición. Nunca. Hay que entender que los países del Golfo adoptan su actual posición porque el proyecto que tanto han tratado de imponer ha comenzado a derrumbarse. El conflicto en Siria no es de tipo confesional. ¿Acaso era chiita el jeque al-Bouti? Si exacerban el discurso confesional es porque son débiles. En lo personal, yo me alegro de ver que hay chiitas que se oponen a nuestra política. Eso demuestra que el conflicto no es de carácter confesional. Quisiera mencionar el asunto de la bandera que llevaba escrito “¡Oh Hussein!” y que dicen que fue izada sobre la mezquita Omar ibn Khattab. ¿Es acaso un comportamiento responsable debatir eso durante una semana en al-Arabiya y al-Jazeera? Sin embargo, yo puedo asegurar que esa información no sólo es incorrecta sino falsa. Esos idiotas no saben que familias sirias chiitas viven en Qoussair desde hace decenas de años. Sepan que ese estandarte fue izado sobre la mezquita del imam Hassan, no sobre la mezquita del compañero Omar. Vamos a distribuir un CD que muestra la verdad sobre esa historia. Antes de Qoussair es como después de Qoussair. Nada ha cambiado. ¿Acaso el complot no sigue siendo el mismo? ¿Han cambiado los hechos? En el otro bando hay tendencia a estimular esa confrontación. Estaremos donde tenemos que estar. Allí donde ya hemos comenzado a asumir las responsabilidades, seguiremos asumiendo esas responsabilidades, sin entrar en detalles. Estos últimos dependerán de las necesidades [que se presenten] en el terreno.»

Continúa en: Red Voltaire

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