La Cuarta Teoría Política y la “Otra Europa”

NATELLA SPERANSKAYA

por Natella Speranskaya* «La Cuarta Teoría Política es una construcción volitiva de la tradición basada en la destrucción de la modernidad» Alexander Dugin.

Crítica del (Neo)liberalismo desde “arriba”.

En su libro Carl Schmitt, Leo Strauss y El concepto de lo político Heinrich Meier señaló que el mundo está tratando de dejar de identificar la diferencia entre amigo o enemigo. Schmitt muestra claramente al mundo la inevitabilidad del “o bien” con el fin de intensificar la “conciencia de una situación de emergencia” y volver a despertar la capacidad que se manifiesta cuando “el enemigo se revela a sí mismo con particular claridad” [1]. De hecho, hoy podemos identificar sin lugar a dudas a nuestro enemigo. El enemigo ideológico (y ontológico) es el liberal, el partidario de la teoría política que derrotó a las dos ideologías del siglo XX, el comunismo y el fascismo/ nacionalsocialismo. Hoy nos enfrentamos con el resultado de la victoria. Al decir “nosotros” no me refiero a alguna entidad política abstracta, más bien me refiero a los representantes de la tradición geopolítica de Eurasia o de los enfoques de la geopolítica telurocrática (por lo tanto, los enemigos están determinados por su participación en la geopolítica talosocrática). Comentando la obra fundamental El concepto de lo político, Leo Strauss señala que a pesar de toda la crítica radical del liberalismo contenida en ella, Schmitt no sigue a través, ya que su crítica se desarrolla y se mantiene dentro del alcance del liberalismo.

“Su tendencia anti-liberal”, dice Strauss, “queda limitada por la ‘sistemática del pensamiento liberal’ que no ha sido superada hasta el momento, el cual -como el mismo Schmitt reconoce- a pesar de todas los errores no es sustituido por ningún otro sistema en la Europa de hoy” [2]. La crítica del liberalismo es imposible dentro del ámbito de aplicación del liberalismo; sin superar definitivamente (o mejor dicho, “colapsar”) el discurso liberal no hay sustitución posible.

Somos muy conscientes del hecho de que las tres grandes ideologías políticas del siglo pasado – el liberalismo, el comunismo y el fascismo (las teorías políticas primera, segunda y tercera, respectivamente) – son producto de la modernidad. Un cambio de paradigma a la posmodernidad implica necesariamente el nacimiento de una teoría política que esté fuera del alcance de los últimas tres teorías (además, teniendo en cuenta las metamorfosis políticas del liberalismo, que pueden reducirse a una sola definición – “neoliberalismo” – la necesidad de una alternativa bien cimentada se vuelve esencial). Sólo después de conseguir liberarse de la esclavitud de la doctrina liberal, es posible proceder a su crítica total.

Dar un paso más allá de la modernidad no significa: a) tentativas destinadas a la formación de otra doctrina comunista, b) la posibilidad de establecer una ideología neo-fascista capaz de sustituir una teoría política alternativa de esencia contra-liberal. Tenemos que hacer una elección política que determinará el futuro del orden mundial estando ya en un punto de transición hacia la multipolaridad, constituida por cuatro polos, donde la presencia del polo eurasiático es esencial. Además, la misma elección política implica la aceptación consciente del concepto de la Cuarta Teoría Política permitiendo la crítica del (neo) liberalismo desde “arriba”.

“La otra Europa”

“Sólo unas pocas personas pueden argumentar en contra del hecho de que hoy, en medio de la aterradora sensación de crisis e inquietud que se ha apoderado de las mentes más agudas, toda la comunidad Europea apela al ideal supremo de la cultura mundial, la cultura, en el cual un nuevo principio se espera que una a los poderes y portadores de las dispersas tradiciones europeas”, dice el filósofo italiano Julius Evola en una introducción de su ensayo Europa Unida: El Requisito espiritual [3].

Nosotros, los representantes de la filosofía política Euroasiática, estamos construyendo relaciones estratégicas con los últimos rebeldes de la resistencia de Europa, con los que incluso entre las ruinas mantienen el valor de defender los valores supremos, heroicos y tradicionales. Al reflexionar sobre las condiciones previas de la nueva unidad europea, Evola destaca una amenaza inminente proveniente a la vez de Rusia y los Estados Unidos. Este ensayo se enfrenta al período histórico que se ha caracterizado por ser un sistema bipolar de orden mundial, en el que el mismo modelo incorpora dos polos, las dos potencias hegemónicas – la URSS y los Estados Unidos. Hoy en día, nos enfrentamos a un modelo unipolar y a una potencia hegemónica única, los Estados Unidos de América y, por lo tanto, nos encontramos dentro de un victorioso discurso liberal que está pasando por metamorfosis apenas perceptibles. A pesar de todas las diferencias entre los dos períodos históricos, la crisis europea no sólo sigue siendo un problema no resuelto sino que aumentó significativamente. Sin embargo ¿qué tipo de Europa estamos discutiendo? En una de sus entrevistas, Alexander Dugin señaló que hoy en día nos encontramos con “dos Europas”: Una Europa liberal (o Europa-1) que incorpora la idea de la “sociedad abierta”, los derechos humanos, el registro de matrimonios del mismo sexo, la legalización de la familia sueca, y la “otra Europa” (Europa-2) políticamente comprometida, pensadora, intelectual, espiritual, que considera el status quo y la dominación del discurso liberal como un verdadero desastre y una traición a la tradición europea.“Muchos años han pasado desde que Occidente se dio cuenta de lo que la “tradición” representa, en su sentido más elevado; el espíritu anti-tradicional se ha convertido en sinónimo de lo occidental ya en la época del Renacimiento. La “Tradición”, en su pleno sentido, es una sucesión de períodos, “los tiempos heroicos” de Vico – donde era la única fuerza creativa con raíces metafísicas expresadas en las costumbres y la religión, el derecho, la mitología, las creaciones artísticas – en todas las áreas privadas de la existencia” [4], dice Julius Evola. Los últimos rebeldes de la resistencia de Europa son los representantes de la “Otra Europa”.

En su obra Europa y la globalización Alain de Benoist presta atención al hecho de que “Europa tiene todas las cartas de triunfo que le permitirían derrocar la hegemonía estadounidense y convertirse en una gran potencia mundial sin ninguna duda”. Sin embargo, Europa se abstiene de tomar una decisión estratégica y permite ser arrojada al abismo de la desesperanza y la extinción total por los Estados Unidos, la mayoría de los europeos han perdido su identidad, y sólo unos pocos representantes de la “Otra Europa” siguen siendo fieles a la herencia de la tradición europea. El cuarto Nomos de la Tierra al que nos hemos acercado se caracteriza como “multipolar” o, más precisamente, como potencialmente multipolar ya que “la única civilización, los Estados Unidos de América, es hegemónica en seis grandes esferas de poder: tecnológica, económica, financiera, bélica, medios de comunicación y cultura”. De Benoist destaca que Estados Unidos tiene como objetivo retrasar la inevitable transformación del universum Occidental en un pluriversum planetario. Una ruptura radical respecto a los EE.UU. podría llevar a Europa a convertirse en soberana, para regresar a su verdadera identidad (nacional, cultural, etc.) y, en consecuencia, contribuir al ocaso del estatus de EE.UU. como líder mundial.

Nos gustaría señalar la necesidad de identificar un principio capaz de asegurar la unidad, señalada por Evola, de la que definimos como una doctrina política que representa una importante alternativa a la ideología liberal. La doctrina política fundada por Alexander Dugin ha sido bautizada como La Cuarta Teoría Política. Hoy debemos reconsiderar el destino histórico de Rusia y Europa. Rusia, no como una parte de Europa, sino más bien Rusia y Europa como dos “grandes espacios” (Grossraum), dos civilizaciones: por un lado, dado el modelo multipolar del orden mundial que incorpora a dichas civilizaciones como actores, y por otro lado, teniendo en cuenta el análisis exhaustivo de las relaciones entre Rusia y Europa que está superando el paradigma liberal y nos ofrece una imagen completamente diferente. Alain de Benoist también destaca que Rusia, que se encuentra en el centro del Heartland, no es Europa, mientras que Europa pertenece a la entidad euroasiática. Cabe señalar que el filósofo italiano Massimo Cacciari, ex-gobernador de Venecia y antiguo miembro del Parlamento Europeo (popular en Rusia sobre todo por su obra La Geofilosofía de Europa) tenía un presentimiento acerca de la Cuarta Teoría, descrito en el Prólogo de su trabajo geofilosófico como: “… en lugar de un clásico régimen simplificado con dos polos – izquierda (marxistas) y derecha (anti-marxistas, conservadores), y el centro en el medio, Cacciari aborda apropiadamente un régimen político que implica, por lo menos, cuatro distinciones “.

«Imitación de la Historia»

La Cuarta Teoría Política es enemiga del liberalismo. Sin embargo, ¿Qué defiende el actual liberalismo? Nuestro plan estratégico dirigido a la destrucción de esa ideología hostil depende de la respuesta a esta pregunta. Hoy en día nos enfrentamos al “neo-liberalismo” o “post-liberalismo”, un liberalismo no auténtico. En su libro La Cuarta Teoría Política, A. Dugin establece el cambio de estatus de la ideología liberal en la transición de la modernidad a la posmodernidad, y describe el “escenario (панораму) del grotesco post-liberalismo”: el individuum del liberalismo clásico, la primera medida de todas las cosas, se convierte en un post-individuum; el hombre como poseedor de la propiedad privada – que prácticamente adquiere un estatus sagrado- será poseído por esta última; se produce la Sociedad del Espectáculo (La Société du spectacle de Guy Debord ); el límite entre lo real y lo virtual se vuelve borroso – el mundo se convierte en un supermercado técnico; todas las formas de autoridad supra-individual se eliminan, el estado es sustituido por la “sociedad civil”; el principio – “la economía es nuestro destino” se sustituye por otro principio – “el código digital es nuestro destino”, en otras palabras, todo se convierte en total virtualidad.

“No hay nada más trágico que la incapacidad de entender el momento histórico que estamos atravesando actualmente”, señala Alain de Benoist, “este es el momento de la globalización posmoderna”. El filósofo francés pone de relieve la importancia de la cuestión de un nuevo Nomos de la Tierra como una forma de establecer relaciones internacionales. Entonces ¿cómo cree que será el cuarto Nomos? De Benoist analiza dos posibilidades: la transición al universo (o un mundo unipolar), que significa la dominación estadounidense, y la transición al pluriversum (un mundo multi-polar), donde la diversidad cultural no se enfrentará a ninguna amenaza de absorción total y de “fusión”. En efecto, el cuarto Nomos de la Tierra se relaciona con la Cuarta Teoría Política. Alain de Benoist afirma que “similar a los tres grandes Nomos de la Tierra, en la modernidad ha habido tres grandes teorías políticas”. En la era de la modernidad nos hemos encontrado con la sucesión del liberalismo, el socialismo y el fascismo en los siglos XVIII, XIX y XX, respectivamente. Y estas tres ideologías desaparecieron en orden inverso. Así, la última de las ideologías fue la primera que desapareció. (…) El cuarto Nomos de la Tierra requiere el surgimiento de la Cuarta Teoría Política. La Cuarta Teoría aún no se puede definir en detalle -añade de Benoist-. En efecto, será crítica con las teorías anteriores. Sin embargo, incorporará ideas valiosas de las ideologías precedentes. Será una síntesis como el Aufhebung en su sentido hegeliano.

Al elaborar una base ideológica para la Cuarta Teoría es posible analizar aspectos tanto positivos como negativos de las otras tres teorías políticas conocidas, y adoptar aquellos aspectos que nos parecen aceptables. Esta es una de las maneras. Sin embargo, esto no significa que no existan otros enfoques. También podemos proponer la cuestión de la “mimesis política” habiéndolo considerado desde otro ángulo.

Por ejemplo, los filósofos franceses contemporáneos Philippe Lacoue-Labarthe y Nancy Jean-Luc, ofrecen un nuevo concepto de “imitación de la historia”. Se centran en la idea de que Europa ha tendido a ser orientada mediante la imitación durante mucho tiempo “lo que, en primer lugar, significa imitar a los antiguos. El papel del modelo antiguo (Esparta, Atenas, Roma) en el establecimiento de los estados nacionales contemporáneos y en la construcción de su cultura es bien conocido»[5].

“La imitación de la historia” jugó un papel fundamental en el concepto del nazismo alemán (así como en el fascismo italiano). Es importante reflexionar si la mimesis política de la época clásica es factible hoy en día, y si existe o no la necesidad de un nuevo cambio hacia lo antiguo es algo que tiene que ser analizado. ¿No fue un error de los seguidores de la tercera teoría política en su forma de nacional-socialismo alemán (lo que resultó en una derrota) el que en la imitación de los antiguos ignoraran una característica importante: la existencia de «dos Grecias» – apolínea y dionisíaca, la Grecia de la luz del día y la Grecia de los misterios, la Grecia de la Ley y la severidad heroica y la Grecia de los rituales extáticos y de los sacrificios? Y por último ¿es el territorio ruso en vez de solamente el europeo donde es factible el renacimiento del espíritu de la antigüedad? En otras palabras ¿no deberíamos pedir prestado la mimesis política o la imitación de la historia de ideologemas más antiguos en lugar de aquellos aspectos ideológicos que existen dentro de las teorías políticas generadas por la modernidad? Esta sería una solución radical para el desarrollo de la teoría política más allá de la modernidad.

En cuanto a Rusia, el establecimiento de la escuela Rusa de Neoplatonismo indica claramente la seriedad de nuestra intención y nuestra comprensión acerca del importante papel de Platón. “El proyecto de la nueva Rusia debe ser iniciado con el anuncio de Platón”, dice A. Dugin. El hecho de que Platonópolis, la República de Platón, nunca haya sido fundada puede indicar que cualquier intento de establecerla implicó una intención inicial de reducir la distancia entre la modernidad y la antigüedad mediante la aproximación de la herencia griega «nosotros/ellos». Sin embargo, el punto principal es que nosotros/ellos debemos ser elevados hacia los griegos. La ciudad del mundo debe convertirse en la ciudad de Dios y no al revés.

“El nazismo (y en muchos aspectos, el fascismo italiano) se caracteriza por la definición de su propio movimiento, ideología y estado como una manifestación de algún mito o como un mito viviente. Esto es lo que Rosenberg afirma: “Odín está muerto, pero de otra manera, como esencia del alma alemana, Odín resucita ante nuestros ojos”, señalan P. Lacoue-Labarthe y J. L.Nancy. El Nacional-Socialismo era una síntesis de diversos mitos (aunque no muy exitosa): la Grecia apolínea y la dionisíaca chocaron más que compartieron en común dentro de la nueva doctrina política; incluso en las primeras etapas, esta contó con una derrota más en un choque histórico. No obstante, además del elemento griego (Hitler solía decir de sí mismo: “Yo soy griego”), el Nacional-Socialismo también incorporó elementos del antiguo paganismo germánico, de la tradición medieval e indo-aria. El fascismo de Mussolini, a su vez, representó un mito idealista de Italia como la heredera de Roma. Julius Evola señala que con la doctrina del Estado, el fascismo “volvió a la tradición que subyace en los grandes estados europeos. Además, ha restablecido, o al menos trató de revivir la idea romana como la más grande y especial integración del “mito” sobre un nuevo organismo político que es “fuerte y orgánico”. Para Mussolini la tradición romana no era sólo una figura retórica, era más bien la “idea de poder”, el ideal para la educación de un nuevo tipo de ser humano que tuvo que tomar el poder en sus manos. “Roma es nuestro mito” (1922). Estas palabras atestiguan una adecuada elección y un gran valor; incorporan el deseo de cerrar la brecha sobre el abismo de los siglos, para revivir la continuidad de la única herencia valiosa de la historia italiana” [6]. Sin embargo, Mussolini nunca fue capaz de apreciar realmente la dimensión espiritual del símbolo romano y la antigua Roma.

Doctrina racial

Un error fatal del nacional-socialismo Alemán fue una comprensión distorsionada de la doctrina racial que reconocía sólo el “racismo de primer grado” (racismo biológico).

El primer paso en esta sucesión fue la confusión de los conceptos de “nación” y “raza” que, en palabras de Evola, equivalía a la democratización y la degradación del concepto de raza. Las opiniones de un pequeño número de seguidores con una comprensión diferente de la teoría racial no se tuvieron en cuenta. En cuanto al fascismo italiano, desde el principio esta ideología estaba libre de la interpretación vulgar de la teoría racial. En 1941, Evola fue citado a comparecer en el Palacio Veneciano, lugar donde había sido planificada su reunión con Mussolini. Mussolini expresó gran interés en la obra de Evola La síntesis de la doctrina de la raza, después de haber descubierto en ella “una base para el establecimiento de un racismo fascista independiente y anti-materialista. Mussolini aceptó incondicionalmente la teoría de las tres razas espiritual, mental y física (biológica). La misma teoría había tenido una relación directa con las ideas de Platón: la raza del cuerpo en el estado correspondió al demos, la masa, mientras que la raza mental y la raza del espíritu se correlacionaban con los protectores/guerreros y los filósofos, respectivamente. Sin embargo, posteriormente Mussolini fue presionado por los representantes de la Iglesia Católica, que advirtió una importante amenaza en la cuestión racial discutida al nivel del espíritu, y la teoría de las tres razas no recibió un apoyo adecuado.

Julius Evola enfatizaba que el concepto de raza (que está más allá de su comprensión usual como una entidad antropológica y étnica) se enfrenta al individuo (que de hecho es una característica positiva de racismo). Según el filósofo italiano, uno de los efectos prácticos de la teoría racial es “la necesidad de superar las concepciones liberales, individualistas y racionalistas, según las cuales una persona es como un átomo, el sujeto en sí mismo, que vive, por lo que sólo tiene sentido para sí mismo”. Así, el fascismo italiano con sus raíces se centró inicialmente en la teoría de las tres razas, lo que lo distingue fuertemente de la doctrina nacional socialista que profesaba fanáticamente el racismo biológico.

Hoy en día, la palabra “raza” y sus derivados se percibe sólo en un sentido negativo; por lo tanto, su aplicación como elemento de base para cualquier estructura ideológica sería extremadamente imprudente. La Cuarta Teoría Política rechaza categóricamente el racismo, incluyendo las últimas, posmodernas formas que, como una dictadura de glamour, siguen las tendencias de la información moderna, la idea de la globalización unipolar (la superioridad de los valores occidentales). Alexander Dugin afirma que la Cuarta Teoría Política rechaza “todas las formas de jerarquización normativa de las sociedades sobre bases de origen étnico, religioso, social, tecnológico, económico y cultural. Una comparación de las sociedades es posible, sin embargo, no se debe reclamar superioridad de una sociedad sobre las demás”.

Volviendo a la cuestión de la «imitación de la historia» varias preguntas pueden ser planteadas: ¿Qué camino hay que seguir al desarrollar la Cuarta Teoría Política? ¿Hay que seleccionar “elementos sólidos” de las tres ideologías políticas o debemos hacer referencia a la Politeia de Platón y la sociedad pre-moderna, tradicional (o combinar ambos enfoques)?

¿Cuál podría ser una transición hipotética del logos al mythos dentro de la ideología política? ¿Y cuál es la relación entre la Cuarta Teoría Política y un mito?

¿Cuál es el mito de Rusia y el mito (o mitos) de la “otra Europa” que se incorporan en la Cuarta Teoría Política como base para un mundo multipolar?

Estas preguntas esperan respuestas.

Alexander Dugin cree que Platón sacrificó la verdad del mito a la verdad de la filosofía. Por lo tanto, la República de Platón, desde el principio, se basaba en el principio apolíneo (rechazando estrictamente al dionisíaco). ¿Acaso no es adecuado sacrificar la verdad de la filosofía por la Filosofía del otro Principio que eliminará la problemática de la separación de logos y Mythos? La Politeia sólo es posible cuando hay dos de sus principios constituyentes. La Cuarta Teoría Política está en la necesidad de un Mito, un Mito como Mito universal, un Mito como paradigma, en el marco del cual el diálogo entre Rusia y la “Otra Europa” marcará (es decir, llegará a ser) la transición hacia una nueva realidad política.

Según su fundador, la Cuarta Teoría Política es una construcción volitiva de la tradición basada en la deconstrucción de la modernidad. Principalmente maneja el rechazo total a los tres sujetos de las tres teorías del siglo XX: rechazo del individuo, clase y raza/Estado-nación en el liberalismo, el comunismo y el nacionalsocialismo/fascismo, respectivamente. El Dasein (en alemán “ser-ahí”) de Heidegger se convierte en el sujeto de la Cuarta Teoría Política haciendo de ella una «estructura ontológica fundamental desarrollada en el campo de la antropología existencial». Además, la Cuarta Teoría Política, enfocada en la multipolaridad, va aún más allá que Heidegger y afirma la pluralidad del Dasein. El Dasein-cultura-civilización-gran espacio-polo del mundo multipolar presenta un contexto absolutamente diferente del pensamiento político. No hay ningún individuo ya que es abolido por el Dasein; en lugar del individuo hay una problema de existencia auténtica o no auténtica, es una opción –das Mann o Selbst; ese es el fundamento de la Cuarta Teoría Política.Una clase y una raza, así como un estado (por lo menos, un Estado nacional burgués contemporáneo), constituyen construcciones antropológicas y ontológicas de la modernidad, versiones de Techne, Ge-Stell; y nosotros estamos diseñando una estructura política existencial dice Alexander Dugin.

Por lo tanto, todos los intentos de nuestros adversarios liberales tendientes a desacreditar la Cuarta Teoría Política como “una nueva verrsión del Nacional-Socialismo” no tienen fundamento, y representan sólo una reacción hostil debido a la aparición de un rival igual (o superior) y acciones estratégicas destinadas a eliminar el riesgo de colisión inminente con el enemigo. Una vez más, nos gustaría hacer hincapié en que la Cuarta Teoría Política está más allá del alcance de las tres ideologías políticas, y que una resistencia rígida al liberalismo puede ser considerada como la única característica que le acerca a la segunda y tercera teoría.

Notas

[1] Heinrich Meier. Carl Schmitt, Leo Strauss and The Concept of the Political. The Hidden Dialogue. Moscow: SKIMEN, 2012.

[2] Ibid.

[3] Julius Evola. United Europe: The Spiritual Prerequisite // Tradition and Europe. Ex Nord Lux, 2009.

[4] Ibid.

[5] Ibid.

[6] Julius Evola. Men Among the Ruins. Critic of the Fascist Regime: RightWing Views. Moscow, ACT, 2007.

* Natella Speranskaya es directora de Planificación Estratégica del Movimiento Internacional Euroasiático.

(Traducción: Página Transversal)

Fuente: Global Revolutionary Alliance.

2 comentarios

  1. Es de extraordinaria calidad y de mucha sabiduría el artículo de Natella Speranskaya. Estoy plenamente de acuerdo y quiero saber más de ella y otros trabajos, así cómo y donde puedo conseguir los Libros de Dugin.-
    Federico Narváez Arza. Asunción. Paraguay.-

  2. Natella Speranskaya tiene perfil en la red social Facebook (https://www.facebook.com/natella.speranskaja), donde puede ponerse en contacto con ella. Sobre la obra de Dugin, en español no hay mucho editado. Ediciones Nueva República publicó en 2013 «La Cuarta Teoría Política» (http://edicionesnuevarepublica.wordpress.com/2013/09/17/la-cuarta-teoria-politica/).

    En las páginas The Four Political Theory y La Cuarta Teoría Política en español, puede encontrar trabajos de ambos. Gracias por su comentario.

Deja un comentario