La peletera judía Elena Benarroch despelleja a la Reina Isabel la Católica -o lo procura-

EDICTO EXPULSION JUDIOS 1492

La peletera, modista, joyera y amiga de sus amigos Elena Benarroch, conocida por sus buenas relaciones con la castuza de estepaís -hay quien la cuenta como una más en su vertiente empresarial, ámbito especialmente corrompido en España- ha explotado -pero de indignación- contra la Reina Isabel la Católica, durante una entrevista publicada en varios diarios españoles. La conocida «miembra» de la comunidad judía manifestó su deseo de que los españoles sepamos «quién fue esa canalla, esa cabrona, ese ser repugnante» que, al parecer, y en contra de lo que se suele creer «tanto daño hizo a España«.

De las posibles razones de este desvelo por nuestro país y de esta inquina hacia la ilustre Reina, de parte de una tangerina que se reconoce judía «no practicante» de educación «cosmopolita, francesa y de mente abierta«, existen varias interpretaciones.

Hay quien afirma que lo expresado por la señora Benarroch son meros recuerdos de juventud, necesariamente distorsionados por el paso del tiempo.

Distorsión, pero cognitiva, («Las cabezas creativas son muy difíciles de controlar«) sufriría para algunos la señora Benarroch al afirmar cosas tales como que los «lobbys» judíos no existen, tratándose tan sólo de comunidades judías; o bien que lo que realmente necesitan los palestinos es «un buen gestor [¿judío, quizá?] que se haga con el estado palestino y los ponga a trabajar«.

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También están los que detrás de estos descarnados insultos encuentran la posible proverbial cristianofobia de parte del pueblo judío, especialmente anti-católica, algo difícil de rebatir cuando leemos las siguientes palabras de la señora Benarroch: «Recuerdo a mi padre que cuando se acercaba el Jueves Santo nos sacaba hacia Biarritz o París escopetados. Todo era música de iglesia en la televisión y no nos íbamos por ser judíos, sino por no entender esa falta de cultura

Otros entienden que lo de la señora Benarroch es más un caso de psiquiatra, en tanto que estaría molesta precisamente con su abuelito, que debía ser un inculto de cuidado, pues lo recuerda siempre «rezando«, aunque para la señora Benarroch «ser judío es una religión y en mi caso una tradición«. Esta sí, imaginamos que muy culta.

Otra tradición -que, para algunos, justificaría tales insultos- sería el acostumbrado rencor que algunos judíos habrían ido atesorando contra España y los españoles con el paso del tiempo, hipotéticamente, a resultas de haber sido expulsados de España por los Católicos Reyes. También resulta difícil rebatir estos argumentos, cuando la señora Benarroch defiende que los judíos sufren hoy en día una «persecución soterrada» en España, que habría empezado con dicha expulsión y que hoy persistiría a causa de, adivínenlo, «la ignorancia«. Imaginamos que esta falta de cultura contemporánea no la achacará también al mucho rezo…

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Y, como no podía ser de otra forma en estos tiempos que vivimos, tan superficiales, encontramos a quien todo lo achaca al agrio carácter de la entrevistada. En este caso, el rosario -se nos disculpará- de groseros improperios vendría a ser fruto de treinta años de dieta -lo cual se puede llegar a comprender.

No obstante, también se nos ha hecho saber que no, que en realidad Elena Benarroch está especialmente cabreada desde este mes de agosto pasado, a resultas del incalificable acto que tuvo que soportar (ignoramos si antisemita; sería de desear que la fiscalía del odio investigara): de forma nada soterrada, un subalterno cualquiera le invitó a pagar ¡35 euros! por acceder a un club de playa, al parecer muy exclusivo. No sabemos si doña Elena Benarroch alegó algún tipo de deuda histórica -parece ser que sí- o simplemente le bastó con emplear palabras malsonantes… el caso es que la señora Benarroch no estaba dispuesta a gastarse un duro -habrá quien vea en esto otra tradición- y no se lo gastó. Eso sí, al exclusivo club desde luego entró, y por la cara.

Por nuestra parte, desde la Página Transversal simplemente pensamos que la peletera Elena Benarroch despellejó a la Reina Isabel -Dios la tenga en Su Gloria- simplemente por la fuerza de la costumbre… y pelillos a la mar. O al abrigo -de un buen joyero, se entiende-.

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(La información se acompaña de cuatro imágenes extraídas de la Red, reproducción del edicto de expulsión de los judíos de 1492, para solaz de la señora Benarroch y su gusto por la cultura, que compartimos desde estas páginas, y para general instrucción pública -esto es, Sr. Gallardón y fiscales del odio: no se trata de un acto antisemita. Pura historia)

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