Neocolonialismo y alternancia

JOSE LUIS ONTIVEROS

por José Luis Ontiveros – El Espía Digital – El más grave problema de la alternancia que se ha producido en México es si ésta no es más que un cambio moralizante, en la línea del puritanismo demoliberal,  en cuanto que el neocolonialismo haya ya instaurado una trasmutación de los valores, por la absorción en las raíces milenarias e imperiales del ser nacional, de los antivalores mitologizantes de la República Universal de la americanósfera.

Una especie de Cosmópolis tenochca que haya sido ya minada en el centro de su  especificidad, ya no un pueblo con un destino propio, sino una suma informe de consumidores, fieles antes que  nada, al standing social,  al dominio del dinero como ideología suprema y de la usurocracia.

Se habría entonces consumado el anhelo de Poinsett de haber reducido la grandeza novohispana y azteca a una forma vicaria del folklorismo neodindigenista, organizado mercantilmente como subproducto para turistas e hijos bastardos del desarraigo y de la negación de la diferencia hispánica.Se debe considerar si el actual México  sometido a una espiral de violencia, que ha sido resultado de la importación del modelo represivo-coactivo de la americanósfera, considera la función política puramente como gestionaria y ya no como acción política concreta en el orden de la autoridad soberana, deviniendo en un desorden establecido.

Una Tierra Prometida subrogada cuyo sentido es la homologación con la metrópopoli yanqui, ello sería reconocible si se cumplen los siguientes factores: que las previsiones de Samuel Huntington en cuanto que el Tratado de Libre Comercio con EU, implica en realidad un anexionismo de México hacia el universo demoliberal norteamericano.

Ello se confirmaría si su desprendimiento geopolítico y cultural de Latinoamérica, se impone por la supeditación hacia el Comando Norte que sería una extensión de la Alianza para la Seguridad ya suscrita con EU, conviertiendo a la política exterior mexicana en una simple extensión del proyecto universalista–mesiánico yanqui y del lobby racista que lo domina, haciendo de la aproximación con Latinoamérica una parafernalia distractiva.

Otros puntos que habría que analizar es si se impulsarán las diversas cruzadas de ocupación del “bien” democrático como valor único e indiscutible; la creencia en la prosperidad lineal e interminable; la consideración de que toda autoridad es nefasta en sí misma, lo que nace de la mentalidad bíblica de los fundamentos de la americanósfera para la cual el Estado debe ser jibarizado para que el individuo-masa-narcisista (Lipovesky) cumpla su función vital que es el ganar dinero, se vale por lo que se posee, no por lo que se es, el credo del homo dollaricus uniformis.

Estos puntos son en sí definitorios. No hay lugar para la excepcionalidad y lo aristocrático, pues ello consiste en dar valor a lo que no tiene precio.

El hombre de Estado ya no es político,  es a lo sumo como señala Alain de Benoist “un mercader de la felicidad, del bienestar o de la ilusión”. La razón de Estado, más allá del bien y del mal, se estima como inmoral en cuanto ofende los pilares de la Constitución y de la Biblia, cimientos de la moralina de EU.

El Estado abdicante renuncia a fijar fines superiores, es puramente una mínima presencia espectral y medrosa. Sujeta a la dictadura de la opinión de los más hábiles y astutos, a los intereses particulares y a la superestructura judicial o nomocracia o “república de los jueces”. Pronto se verá si la cultura mexicana ha resistido el embate del neocolonialismo o si ya somos yanquis de piel cobriza.

* Analista de Inteligencia y Seguridad (México)

Fuente: El Espía Digital

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